El motor
sonó como una lavadora centrifugando y se paró. Hubiera rodeado con tiza la silueta de la
víctima, pero el maldito aparato de aire acondicionado está incrustado en el falso techo del apartamento. Hora del óbito 17:15 del
día mas caluroso del año. Vivir en un ático bañado por el sol doce horas diarias te proporciona un moreno envidiable, pero, a más de cuarenta grados y con una embarazada de ocho meses, se parece bastante al infierno.
Elena se levantó del
sofá chorreando como una esponja
recién salida de la ducha y rugió: "¡¡¡¡ME ASO, POR
DIOSSSS !!!!!". Es conocido por nuestros allegados lo proclive de mi mujer a los
maximalismos térmicos, pero el charco de sudor que la acompañaba en sus desplazamientos, daban sólidos argumentos a su
hipohuracanado grito.
El asunto pintaba realmente mal.
Requería una solución
rápida. La
acción resuelta de un tipo capaz de coger el toro por los cuernos y arreglar la maquinaria. Desgraciadamente nunca me vi interesado en los cursos
CCC de instalador de aire acondicionado,
así que, mi propuesta de una refrescante ducha que aliviara el calor fue la única
solución que pude ofrecer.
Refrescante no era precisamente la palabra que define la temperatura a la que salía el agua. El adjetivo
gélida se aproxima más a la realidad. Era la
enésima avería de la caldera en este año.
Así pues, nos
derretíamos en la
habitación y nos
helábamos en el agua. Un cambio de temperatura que
quebraría, sin duda, los enlaces moleculares del diamante .
¿Cuál era el motivo de tanta avería? ¿Por qué misteriosa razón, ningún vecino se quejaba nunca? Decidí entonces aplicar toda la
técnica deductiva asimilada en las novelas de
Raimond Chandler y cual trasunto de
Philip Marlowe, averiguar la extraña
lógica que rige e
l funcionamiento de esta comunidad de propietarios.
Recapitulemos los hechos hasta el momento:
La finca se encuentra situada en la calle
Tellez, una zona
próxima al parque de El Retiro en terreno ganado a las
vías y a la
estación de Atocha -R
enfe. Las construcciones son recientes, no mas de diez ó doce años y actualmente, incluso con la crisis inmobiliaria, el precio de los pisos mas pequeños no baja de 600.000€. Buenas calidades en los materiales y piscina comunitaria en casi todos los bloques, excepto en el mio, sustituida por un bonito
jardín japones, premio nacional de
decoración en no sé qué año.
Vivimos de alquiler en el ático H hace varios años y desde el principio notamos cosas raras. Cosas que a veces te provocan un escalofio de inquietud, si piensas en el curioso comportamiento de los propietarios.
En la junta de vecinos se entablan encendidas discusiones acerca de cómo mejorar la seguridad del edificio, proponiendo cosas tan disparatadas como, cerrar con llave el portal día y noche y anular los telefonillos o colocar pinchos asesinos en las terrazas para impedir que se posen los pajarillos, mandando de paso la estética de la fachada a hacer puñetas.
Todos estos asuntos tan interesantes provocan la adhesión incondicional de la mayoría que ve así, cómo sus valiosísimas posesiones están a salvo de los maleantes. Delincuentes que, generalmente de otra etnia o país, invaden el suelo patrio. Sin embargo, el hecho de quedarse sin agua caliente uno de cada tres fines de semana parece no importarles. Quiero pensar que es más debido a su educación espartana que a su falta de higiene. Tampoco parece importarles que la puerta del garaje haya estado varios meses estropeada permitiendo, llevados por un extraño sentido del exhibicionismo, el acceso de todo el mundo a sus lujosísimos coches. Por el contrario, no se te ocurra por nada del mundo pasear con un perrito por el jardín japonés, so pena de recibir allí mismo la cólera en forma de rayo del altísimo, ser supremo con el que la mayoría de vecinos deben llevarse estupendamente, a tenor del gran numero de almirantes y princesas que este año han hecho la primera comunión. Más desconcertante resulta la decoración del portal, con muebles que dan ganas de llevarte casa ya que su calidad supera de largo a los nuestros de IKEA. Pero quiza lo mas inquietante de todo es que jamas oirás a nadie quejarse de los mosquitos como jabalíes que invaden las casa cada noche. Parece ser que la finca esta construida sobre terreno pantanoso; eso, junto con la lamina de agua del jodido jardincito, provoca una de las siete plagas de Egipto. Ellos, en vez de desinfectar, compran mosquiteras como locos, resignados a sufrir la ira divina en forma de insecto chupasangre. Castigo que les manda Dios.
Por las mañanas les ves bajar en el ascensor engominados yendo al kiosko a comprar "LA RAZON" con sus hijos de la mano, uniformados para asistir a clase en algún colegio donde se objete la asignatura de educación para la ciudadanía. Casi parecen seres humanos ( de derechas, eso si).
Estoy convencido de que la invasión de los ultracuerpos ha empezado por mi calle y vienen de un planeta caluroso , donde se alimentan de mosquitos y no se duchan.
Afortunadamente la avería del aire acondicionado era de la torre de refrigeración general y parece que vamos a sobrevivir un día más. No se cuanto tiempo seguiran ocultos, haciendose pasar por ciudadanos respetables, antes de dominar el mundo y convertirlo en un gigantesco pantano para ranas.